viernes, 9 de noviembre de 2012

El amigo crítico: un compañero en la práctica

Desde Hace tiempo vengo escribiendo acerca de la figura del amigo crítico en los procesos de investigación - acción, que es de donde surgen inicialmente estas figuras, que asumen un rol de “amigo” que “critica” o mejor dicho que ayuda a otros profesores a mejorar sobre su práctica, en la cual están indagando. 
Un  factor importante en todos estos procesos son las relaciones que se establecen entre esos amigos críticos y el profesorado durante el proceso de cambio, los cuales depende de la racionalidad de las mismas. Grundy (1991), Elliott (1990) y Kemmis y McTaggart (2000) nos hablan de 3 formas de relación relacionadas con 3 racionalidades:
·         Racionalidad técnica: Adopta una visión instrumental de cambio educativo y establece una clara división entre “el que investiga” (u observa) y “los que son investigados” (profesores que aplican el cambio).
·         Racionalidad práctica: El amigo crítico es un observador participante “neutral” que analiza, interpreta y compara la realidad, pero no la cuestiona ni modifica, simplemente informa sobre la naturaleza y conducta de la práctica.
·         Racionalidad crítica: En la que existe una colaboración entre el amigo crítico y el profesorado, mediante el cual de manera conjunta se diseña sobre qué se quiere explorar y qué cambiar.
Para Kemmis y McTaggart (1988) y Stokes (2003), el amigo crítico es aquel que se implica, compromete activamente en el proceso de cambio, aportando nuevas comprensiones e ideas que en cierto modo también pueden ayudar a la reflexión de los profesores sobre la propia práctica. Por ello, el amigo crítico no debe solamente “criticar” lo que otros están haciendo, sino ayudar a ver que es lo que se está haciendo y, que la persona interesada, sea capaz de ver, indagar, reflexionar, buscar aquellos aspectos que pueden mejorar y ponerse “manos a la obra”.
Es por ello que no debemos ver a esa figura como un agente externo a nuestra aula que busca nuestros errores, sino como una herramienta para mejorar y redefinir nuestras líneas de actuación en clase. Hay que verlo como una oportunidad, no como una amenaza. Bien sabemos que esto es complicado, por las experiencias de alumnos de prácticas de Magisterio o por nosotros mismos. Pero una de las bases que deberíamos ir desarrollando los profesores es la indagación sobre nuestras metodologías, formas de evaluar, de relacionarnos con los alumnos, qué competencias queremos desarrollar y cuáles son las que realmente estamos potenciando en el alumnado. La indagación sobre la práctica pretende eso y a largo plazo permitirán generar un proceso de auto-transformación que promueve los cambios en la práctica, al tiempo que en las concepciones y discursos personales, que al fin y al cabo son los que dan sentido a la forma de actuar y ser (Kemmis, 2007).