martes, 2 de julio de 2013

LA EVALUACIÓN DEMOCRÁTICA: UNA EVALUACIÓN DE TODOS Y PARA TODOS


En algún momento, a lo largo de la historia de este blog, hemos hablado de la evaluación como un término complejo, que en su “versión” formativa puede llegar a suponer una utopía, pero que en realidad es un término, que como dice Santos Guerra (1993) [1] está de moda y gusta hablar de ello.



Dentro de la evaluación formativa, de la necesidad de aprender de otros, de manera colaborativa, tanto a través de profesores, de alumnos, de amigos críticos o con comunidades de aprendizaje, surge un término antiguo, pero poco utilizado en la mayoría de la ocasiones, la evaluación democrática.

Señala Simons (1999)[2] que el proceso de evaluación debe ser democrático, ascendente y negociado, es decir, debe ser sentida, vivida por parte de todos los implicados en el proceso de enseñanza y aprendizaje, que pertenezca a todos el poder de evaluar y que beneficie a todos (Santos Guerra, 2001 [3]). Esos beneficios tienen que ver con la “versión” formativa de esa evaluación, con que aprendamos de la evaluación y no únicamente le demos como una herramienta cuantitativa con la que obtener resultados o calificaciones (no se pretende rechazar la calificación, ya que es algo que está normativa impuesto y por lo que tenemos que realizar).

Para ello debemos cambiar el mensaje que lanzamos a nuestros alumnos, evitar las ponderaciones  de los instrumentos de evaluación, y ofrecer a nuestros alumnos unos criterios de calificación basados en los de evaluación y en las competencias con que les vamos a evaluar. Pero esto sólo no sirve, ya que hablamos de una cuestión más bien técnica. Lo” bueno” viene en la puesta en marcha de este sistema democrático, donde nos situamos ante conflictos y dilemas más que conocidos: la lucha entre la teoría y la práctica.

Esta evaluación democrática genera la necesidad de unos cambios en los roles de los docentes, pero también de los alumnos. Supone ceder poder, generar nuevos sistemas de evaluación basados (quizás) en la autoevaluación o la co-evaluación, sirviendo realmente como instrumentos que ayuden al aprendizaje. Sistemas en los que el alumno sea un sujeto activo, que llegue a desarrollar una metacognición (Bain, 2007 [4]), es decir sea capaz de regular sus propio proceso de aprendizaje y sea responsable, junto con el docente, de desarrollar y alcanzar las competencias que se le proponen. Por su lado el docente dejará de ser un mero transmisor del conocimiento, para convertirse en un orientador, guía, ayudante del alumno.

Pero para todo esto debemos empezar a reflexionar y, sobretod,o querer cambiar, superar creencias y prejuicios, dejando de lado la visión de la evaluación como una herramienta de puntuación, de control, de medición de unos resultados, y empezando a verla como algo que va más allá, y de la que todos debemos aprender. También, supone vencer la visión de los aprendizajes de manera parcelada, en la que una vez concluido un examen, superada una prueba o una actividad (de aprendizaje, que nos ayudará a evaluar) no demos “un beso de despedida” a esos conocimientos o, en su caso, la competencia adquirida (Álvarez Méndez, 2001 [5]).

Seguramente son necesarias muchas más cuestiones, y quizás deberíamos profundizar más, pero me gustaría lanzar el mensaje de que todos aprendemos, y en esta época de adaptación a nuevos sistemas estructurales y metodológicos en el ámbito universitario, debemos aprender de manera conjunta y empezar a desarrollar relaciones más horizontales. Seguramente, el tema de evaluación continuará…
 

[1] SANTOS GUERRA, M.A. (1993): La evaluación: un proceso de diálogo, comprensión y mejora. Málaga Aljibe.

[2] SIMONS, H. (1999): “La autoevaluación escolar como proceso de desarrollo del profesorado: En apoyo a las escuelas democráticas”. En VARIOS: Volver a pensar la educación. Madrid, Morata.

[3] SANTOS GUERRA, M.A. (2001): La escuela que aprende. Madrid, Morata

[4] BAIN, K. (2007): Lo que hacen los mejores profesores universitarios. Valencia, PUV.

[5] ÁLVAREZ MÉNDEZ, J.M. (2001): Evaluar para aprender, examinar para excluir. Madrid, Morata.